A veces la clase política piensa que los ciudadanos no tienen memoria y buscan aprovechar cualquier oportunidad para llamar la atención y aprovechar escaparates. Pero otros van más allá, y hasta crean “shows” para que sean tomados en cuenta. Es el caso de Victoria Rincón Carrillo, ex presidenta municipal de Tuxtla Gutiérrez y que hoy cobra como regidora de la capital chiapaneca.
Su ambición ha llegado al grado de que en el Cabildo se le ocurrió la gran “ideota” de apagar su micrófono para intentar hacerse la víctima mientras vota por unanimidad todo. Acto seguido sacó una cartulina que ya traía preparada. Todo eso aconteció en cuestión de segundos. Así intenta justificar su pantomima y ganar atención mediática.
Su sueldo bruto es de $74,054.86. Y por si fuera poco, tiene asesores en su nómina personal. Eso es lo que los ciudadanos tuxtlecos le pagan cada mes a pesar de ser una regidora improductiva, ávida de protagonismo y con un déficit de estima y atención que es notable, incluso lo que ha provocado que todos los regidores la excluya. Ha sido una trapecista de intereses. Lo mismo abraza a unos y lo mismo los rechaza, incluyendo a los de su partido político.
Sin embargo, sus allegados (cada vez menos) confirman que en los últimos meses doña Vicky ha tenido problemas de personalidad. Se lo atribuyen, entre otros factores, a asuntos que van más allá de la política. Hasta hablan de que tiene problemas para conciliar el sueño y que se le están olvidando las cosas. Además de una bipolaridad creciente. ¿Será hora de que ya se jubile de la política?, se observa muy difícil, a excepción que el Alzheimer le haga olvidar lo bien que le ha ido -económicamente hablando- gracias a sus cargos públicos.